Amanece sobre el desierto de Mongolia, amplias llanuras marrones con sombras a alargadas se dibujan bajo nuestro avión. Visto desde que arriba pareja un territorio completamente deshabitado e inhóspito. Pronto empiezan a aparecer montañas algunas, cuyos picos estaban nevados.
El aeropuerto parece moderno, aunque se les debe haber quedado pequeño porque están construyendo una nueva terminal frente al actual.
De primera impresión de que el edificio no es muy grande, pero está muy bien conservado y limpio. Las maletas sale enseguida, el los servicios un cartel recuerda que está prohibido dar propina al personal. Cambiamos a 9,45 yuanes por euro en unas de las oficinas bancarias de la propia terminal. El paso de los controles que la aduana es rápido, se rellenó un par de formularios, se entregan y ya está dentro de China.
La misma limpieza se observa en el exterior del aeropuerto. Taxis son alineados por la policÃa junto a la entrada. Para derecha, están alineados los autobúses regulares a la capital. Tanto taxistas como policÃa o personal de la parada, parecen ignorarnos. ¡Que gran diferencia con otros aeropuertos!
Una vez nos acercamos al centro, los edificios parecen normales, como los de cualquier otra ciudad europea. ¿Habrá perdido China su exotismo? Se ven casas normales, coches normales, gente vestida de forma occidental...
El hotel de la juventud de lejano este es un edificio dividido en dos partes, un hotel moderno a precios moderados y otra parte, más modesta, para mochileros y estudiantes. Alquilamos una habitación de corte europeo por 300 yuanes, y nos echamos a dormir un rato. Con el cambio horario de 5 horas entre Madrid y PekÃn estamos un poco hechos polvo.
Tras la breve ceremonia la Plaza vuelve a su normalidad. Vendedores de cometas de papel, jóvenes posando y algunos curiosos deambulando entre todos ellos. Me sorprende que pese a la homogeneidad de los atuendos chinos, que nada tiene que ver con la visión folklórica de los folletos, muchos jóvenes visten con la última moda de occidente.
Ya desde mi llegada me habÃa empezado a plantear cosas: ¿Seguro que este paÃs es comunista? ¿Como se han formado los capitales necesarios para construir esas normas torres de cristal? Muchas de estas preguntas aún no tienen respuesta, no ha sido capaz de llegar a ninguna conclusión.
Ha anochecido y nos dirigimos a un restaurante, para ver si nos dan de comer. Con la emoción de la llegada ni siquiera hemos almorzado. Paramos en uno de los muchos restaurantes al sur de Qianmen. Pese a ser un restaurante elegante, no hay carta en cristiano. Con un poco de suerte, algo de mÃmica y mucha paciencia conseguimos una sabrosa cena.
Volvemos al hotel para intentar dormir con el nuevo horario. El único peligro que observamos a la vuelta es cruzar por una avenida con un tráfico algo alocado. Es otoño y en PekÃn hace un frÃo que cala los huesos. Esta noche dormiremos de un tirón.
Comenzamos la exploración de esta ciudad, capital del Reino del Centro (como se autodefine China: Zhongguó )...
Nuestro encuentro con una sociedad moderna y avanzada fue impactante. Nada tenÃa que ver con la de los folletos, ni con nuestras ideas preconcebidas, pese a estar avisados por varios viajeros. No pudimos escapar a la sesación de asombro.
La animada plaza Tiananmen objeto de la primera tarde de exploración y fue el lugar central de paso o de entretenimiento durante todos los dÃas de nuestra estancia en PekÃn. Al sur del norte de esta plaza tienen para la raptos lÃneas principales de metros de la ciudad.
A cualquier hora en la plaza se observa un fuerte control policial que no impide que durante el dÃa una intensa vida se desarrolle en este inmenso rectángulo: vendedores de cometas, turistas llegados de todas las provincias de China o simplemente ciudadanos jugando con su familia abarrotar el lugar. La ceremonia de la bandera es el acto diario más importante de la plaza. Sobre las once de la noche, la policÃa decretar el toque de queda en la plaza.
Nuestro primer dÃa verdaderamente tiene lo dedicaremos a visitar la Ciudad Prohibida, el complejo del antiguo palacio imperial. A de entrada al edificio, se puede alquilar de una audio guÃa en español que tira explicando cada uno de los edificios, plazas o jardines. Pese a la multitud de visitantes, el tamaño del complejo hace que sólo en algunos puntos la masificación llegues a ser agobiante.
Complejo está constituido por inmensas explanadas, palacetes de nombres rimbombantes y, algunas estancias más modestas que eran usadas por el emperador y sus funcionarios y por el magnÃfico y relajante jardÃn imperial.
Muchas de las salas contienen los objetos de adorno de varios emperadores y emperatrices y suelen estar protegidos por cristal tosco que no permite una fácil visión.
En algunos pabellones hay exposiciones temáticas, que en algunos casos exigen un pago adicional. Existen en algunos puestos de comida y bebida largo del recorrido.
Esta amplia avenida que es otro mundo de, al con edificios comerciales futuristas y tienda gigantesca zona peatonal y en muchos lugares y lugar de compras compulsiva. El cenamos en el centro comercial plaza en su planta baja existe en la calle repleta de en restaurantes modernos a con estilos muy variados: japoneses, occidentales, chinos...
Estos centros comerciales albergan numerosas tiendas de moda, electrónica y objetos de diseño. Jóvenes chinos ataviados con ropas occidentales e inmersos en una vorágine en consumista son sus principales habitantes.
Volvemos dando un largo paseo, no sin antes dar las buenas noches a Mao que desde la muralla sigue presidiendo la plaza Tiananmen.
Desde el momento en que pones los pies en esta ciudad, te das cuenta que Singapur no se parece a ningún otro lugar del planeta. El orden, la limpieza, las facilidades para desplazarte, todo parece pensado para complacer al ciudadano.
En nivel de vida dobla a sus vecinos. Sus servicios sociales, transportes, parques, restaurantes, hoteles… son equiparables al de un avanzado paÃs occidental.
La ciudad muestra orgullosa su respeto hacia su fundador, porque cuando Raffles convenció al sultán de Johor para que le cediese el territorio a la CompañÃa de Indias, el asentamiento humano estaba formado por unas simples chozas dispersas por la orilla del rÃo.
Junto a su centro histórico, con bellos edificios coloniales, como la antigua Corte, el Museo de Cultura Asiática y el hotel Fullerton, se alza el barrio financiero de la ciudad, con sedes de los grandes bancos mundiales. El paso entre ambos mundos es abrupto.
El Museo de Cultura Asiática es atractivo e interesante y muestra del pasado de la ciudad y de las comunidades que la forman.
El barrio chino es el alma de la ciudad, punto de compras de regalos y, junto con los Quays, los lugares de mayor densidad de restaurantes y donde mejor se come.
Los Quays y el rÃo, son los antiguos muelles y almacenes de descarga de mercancÃas. Sus edificios han sido restaurados con mucho gusto y hoy son restaurantes y modernos bares de copas. La zona es mayormente peatonal y está animada casi a cualquier hora del dÃa.
Orchad Road, Raffles Road y la BahÃa de Singapur. Hoteles de lujo, centros comerciales, mas hoteles, mas centros comerciales… y el bello y moderno edificio del Centro Cultural de la BahÃa como contrapunto al mundo de dinero de plástico.
El zoológico y el parque de las orquÃdeas es un buen lugar para entrar en contacto con la riqueza animal y vegetal de la zona. Incluye orangutanes entre otras especies amenazadas.
Isla de Sentosa: es el lugar de recreo y refugio de los urbanitas. Playas, parques, algún museo, hoteles y restaurantes de lujo. Una pequeña isla adosada a otra pequeña isla.
Transportes
Singapur goza de un magnÃfico servicio de transportes. Su aeropuerto internacional, el eficiente Changui, esta unido a la ciudad por tren, metro, autobús y taxis y es un eje de comunicaciones entre Europa Asia y OceanÃa.
El metro permite llegar a casi todos los rincones de la isla. Los taxis son abundantes, a precio moderado y todos funcionan con taxÃmetro.
Los viajeros en tránsito en el aeropuerto tienen la posibilidad de acceder a tours y a transportes gratuitos para ver la ciudad. La distancia entre aeropuerto y centro de la ciudad se cubre en media hora o tres cuartos de hora, siempre que no sea hora punta.
Visados, PolÃtica, Legislación y Derechos Humanos
Los españoles no necesitamos visado previo para visitar Singapur. Al entrar al paÃs, se concede un permiso de estancia de 90 dÃas, fácilmente renovable.
Las leyes en Singapur son bastante estrictas, aplicándose elevadas multas a los infractores.
Existe la pena de muerte y por ejemplo se aplica por tráfico de drogas.
Los chicles están prohibidos en el paÃs y su importación se puede pagar con años de cárcel.
El paÃs es una república laica, pero el sistema de elección y la libertad de partido es todavÃa una utopÃa. La libertad de expresión está bastante controlada.
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